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FALLAR PARA NO FRACASAR

Actualizado: 20 nov 2023


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Aquellos que trabajamos en innovación tenemos claro algo: las soluciones innovadoras no surgen "de la galera". Para llegar a ellas pasamos por un período de investigación y experimentación.


Es en la experimentación donde afinamos nuestra solución y la ajustamos para alinearla a las necesidades de las personas para las que estamos diseñando. En este período, testeamos nuestras hipótesis para minimizar la posibilidad de fracaso y acercarnos lo más posible a poder lanzar una solución de valor.



Aquí les dejo tres preguntas que debo hacer en mi organización para saber si estoy o no promoviendo una cultura de experimentación.



1- ¿Promuevo que los colaboradores dediquen tiempo de su trabajo para proyectos nuevos?


El tiempo es el recurso más escaso al que nos enfrentamos en nuestro día a día laboral. Por eso es crucial que, si queremos incentivar una cultura de acción y cambio, se otorgue tiempo para experimentar. Esto implica la generación de espacios para promover desafíos e ideas que motiven a los colaboradores y que sirvan como punto de partida para la generación de soluciones innovadoras. Muchas organizaciones usan hackatones o concursos de ideas como una opción para formalizar un espacio donde priorizar desafíos y generar ideas.



2- ¿Qué tan tolerante es mi organización al fracaso?


Si tengo un equipo con ganas de comerse la cancha, necesita del apoyo de la organización para experimentar. La experimentación está relacionada directamente con la posibilidad de que aquello que estoy probando, salga mal. No acierte. La tolerancia que la organización muestre a las fallas que surgen en la experimentación va a ser directamente proporcional a las ganas que el equipo tenga de seguir proponiendo mejoras.


No obstante, es importante que se pueda formalizar el aprendizaje de los proyectos que no funcionan y que estos aprendizajes se compartan en la organización.



3- ¿Doy espacio y recursos para el armado de prototipos?


La forma más rápida y barata de probar si una idea funciona es a través del armado de prototipos. De esta manera podemos probar alguna de nuestras hipótesis de forma ágil y sencilla. Los prototipos son representaciones visuales de nuestra solución y nos permiten poder interactuar de forma más asertiva con las personas para las cuales diseñamos.

Algunos prototipos pueden ser físicos, virtuales o incluso representaciones en caso de tratarse de servicios. A través de ellos logramos bajar nuestra solución a tierra poniendo siempre al usuario en el centro y afinando a su medida.



Cuando fallo es porque me equivoco, porque no acierto. Porque experimento y aprendo que el camino no es el que suponía. Fallo cuando me arriesgo y arriesgarse es la puerta de entrada al hacer. Si quiero un equipo con hambre, si quiero un equipo que haga las cosas mejor, necesito permitirme fallar. Porque si fallo a tiempo y fallo barato, voy a evitar fracasar. Y si capitalizo esos errores, aprendiendo y ajustando: voy a estar más cerca de tener una solución exitosa.

 
 
 

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